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Antioxidantes contra el estrés oxidativo

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14. antioxidantes

Durante el entrenamiento llevamos a cabo ciertas cargas de trabajo (impulsos) que generan en nuestro organismo un estrés físico y toda una serie de adaptaciones posteriores; fisiológicas, orgánicas, musculares…, lo que dará lugar a una mejora de nuestro rendimiento deportivo.

La práctica de un ejercicio físico supone un mayor gasto energético, que se traduce en un incremento en el consumo de oxígeno de forma generalizada en todo el organismo y, particularmente por el músculo y en consecuencia, una mayor necesidad de transporte de oxígeno en sangre. Ello genera los denominados “especies o radicales libres del oxígeno” (ROS), altamente reactivos y que son factores responsables de la lesión e incluso de la muerte celular, pudiendo alargar considerablemente el periodo de recuperación después de la actividad física.

Para contrarrestar estos radicales libres, las células disponen de un elaborado sistema antioxidante que les permite mantener un balance equilibrado.

La situación de estrés oxidativo aparece como consecuencia de un desequilibrio entre la producción de especies reactivas y las defensas antioxidantes del organismo. O dicho de otra forma, durante el desarrollo de actividades físicas extremas o de procesos de sobreentrenamiento por ejemplo, nuestro cuerpo no es capaz de generar los antioxidantes suficientes (endógenos) para contrarrestar el daño producido por los ROS.

El organismo dispone de un complejo sistema de defensa antioxidante para eliminar las ROS y limitar el daño celular. Este sistema antioxidante de defensa está formado por antioxidantes endógenos (generados en nuestro propio organismo), que pueden ser enzimáticos o no enzimáticos, y antioxidantes exógenos (que adquirimos como nutriente a través de nuestra alimentación). Debido a que las ROS se generan de forma continuada es esencial una continua regeneración de las defensas antioxidantes.

Pero hoy y aquí, nos interesa hablar de los antioxidantes exógenos, que constituyen un conjunto de nutrientes esenciales para el organismo, destacando las vitaminas C y E y los carotenos, si bien también existen otros.

Estos antioxidantes que debemos introducir en nuestro organismo a través de la alimentación o por suplementación, no tienen efectos directos sobre la mejora de nuestro rendimiento físico, pero si actúan preventivamente sobre el daño oxidativo producido por la actividad física, contrarrestando o eliminando el exceso de ROS.

  • La vitamina C (ácido ascórbico), es una vitamina hidrosoluble que encontramos en grandes cantidades, en frutas y verduras frescas como; naranja, limón, kiwi, fresas, col de bruselas, etc. La dosis fisiológica está entre 50 y 200 mg/día y debemos saber que a partir de estas cantidades el cuerpo no la absorberá y se eliminará a través de la orina. Además, también debemos saber que al ser hidrosoluble y lavar ciertas verduras, se perderán cantidades considerables de esta vitamina.
  • La vitamina E (tocoferol), es una vitamina liposoluble, cuya absorción en el organismo dependerá de la grasa de la dieta y por tanto, se encuentra en cantidades importantes en los alimentos que contienen una porción importante de grasa, especialmente de origen vegetal. Así por ejemplo, el aceite de oliva y de girasol y los frutos secos, son fuente importante de esta vitamina cuya dosis fisiológica estaría entre 8-12 mg/dia.
  • Los carotenos. En realidad son precursores de la vitamina A (también liposoluble) que se encuentran en muchas frutas, verduras y hortalizas. La ingesta de Vit.-A en forma de carotenos presenta la ventaja de que no acumula Vit.-A en el hígado, evitando su toxicidad. Son fuente de carotenos; el tomate, la zanahoria, las espinacas, el repollo, etc.

Por tanto y concluyendo, durante nuestro entrenamiento debe haber un cierto nivel de estrés oxidativo a fin de que se produzca una adaptación (incremento de las defensas antioxidantes, hipertrofia, fuerza, mejora sistema aeróbico, etc.) y el estímulo que produce el daño debe superar un cierto umbral mínimo a fin de inducir la adaptación que conducirá a mejoras en la capacidad fisiológica y, en última instancia a nuestro rendimiento.

Sin embargo, el exceso de estímulo fisiológico que sobrepase un umbral crítico de la propia adaptación, podrá ser el causante del daño oxidativo excesivo y de desencadenar una merma en nuestro rendimiento o incluso la enfermedad.

Una alimentación variada que contemple productos que contengan como nutrientes, los principales antioxidantes como son; las vitaminas C y E, así como los carotenos, será la mejor prevención para evitar el daño celular causado por los radicales libres.

 

Andreu Canals
Lic. Químicas y Master Universitario en Nutrición
Entrenador Nacional de Ciclismo

 

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