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Frío y agua sobre la bicicleta

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El hecho de participar junto a mi pareja en la reciente edición de la “Brevet 200 de montaña” organizada por la gente de Mallorca Ultracycling (por cierto, enhorabuena a Jose Manuel, Marcos y cia. por el mimo con que tratáis a todos y cada uno de los participantes) y después de oir y leer comentarios sobre las difíciles condiciones atmosféricas vividas, me he decidido a escribir este artículo sobre cómo afecta a nuestro organismo un día de “perros” sobre la bicicleta.

En primer lugar, deberíamos acostumbrarnos (y no hay excusa hoy día con los medios y la información que tenemos a nuestro alcance) de revisar la previsión meteorológica antes de una salida/entrenamiento con la bici. El conocer las condiciones atmosféricas que vamos a encontrar, nos ayudará a escoger la ropa adecuada, a pensar con posibles recorridos alternativos en caso de que la cosa se ponga muy fea, e incluso, en una correcta mentalización para afrontar lo que puede ser una salida muy complicada.

Nuestro organismo tiene una capacidad de adaptación realmente sorprendente. Así por ejemplo, en condiciones extremas de calor, se “aclimata”, produciendo toda una serie de adaptaciones orgánicas y fisiológicas: mayor sudoración, se empieza a sudar antes, disminución del contenido en sodio del sudor, etc etc. Todo ello con el objetivo de mantener la temperatura corporal lo más estable posible. Sin embargo, existen dos situaciones ambientales a las cuales nuestro cuerpo no es capaz de aclimatarse: Por una parte, la deshidratación y en segundo lugar, el frío y las bajas temperaturas que nos pueden llevar a una situación de hipotermia.

Además, los días de frío y lluvia, acompañados de recorridos con puertos con sus correspondientes subidas y bajadas, son muy propicios a provocar situaciones de deshidratación (si, por raro que parezca) y de hipotermia. Expliquemos los motivos:

  • Al no llevar normalmente coche de asistencia, llevamos toda la ropa de abrigo con nosotros. Muy a menudo observamos como ciclistas ascienden los puertos con la ropa impermeable puesta y quizás en esos momentos no está lloviendo. Ello provoca un exceso de sudoración, que no solamente se convertirá en un inconveniente durante la bajada, sino que también provoca una importante pérdida de agua corporal, que puede derivar en una posterior deshidratación.
  • Esos días de lluvia y frío, no tenemos sensación de sed y muchas veces nos olvidamos de comer. Craso error, justamente es en estas jornadas que no debemos dejar de hidratarnos y alimentarnos correctamente. La premisa de beber sin tener sed y comer sin tener hambre, se hace más necesaria que nunca en días de frío y lluvia, ya que nuestro organismo consume un mayor número de calorías, transformando energía química (nutrientes) en energía térmica para mantener la temperatura de nuestro cuerpo.
  • Coronamos un puerto con las pulsaciones elevadas y quizás en ese momento no percibimos la baja temperatura ambiental. Pero al empezar el descenso y más si está lloviendo lo que nos impedirá seguir pedaleando, nuestras pulsaciones bajan y desciende también nuestra temperatura corporal. Si no tenemos más ropa de abrigo que ponernos, al organismo no le queda otra que ponerse a temblar (los músculos se contraen para conseguir energía térmica). Se trata de los escalofríos termogénicos (lo que vulgarmente llamamos “tembleque”), que no solamente nos pueden provocar importantes contracturas en cuello, espalda, brazos, etc, sino que además, estos escalofríos emplean como sustrato energético los carbohidratos, llegando a producir una depleción (agotamiento) de los mismos.

Dicho de otra forma, tenemos el caldo de cultivo ideal para lo que en el argot ciclista se denomina, coger una “pájara” de campeonato. Y podéis revisar la bibliografía ciclista para apercibiros que algunas de las “pájaras” más famosas de la historia del ciclismo, se han dado en jornadas cuyas condiciones meteorológicas eran muy adversas.

Por tanto, planificad adecuadamente una salida/prueba con malas condiciones meteorológicas y no subestiméis nunca la dureza de la madre naturaleza. Recordad que en puertos con más de 1.000 m de altitud, temperaturas por debajo los 5ºC y encima lloviendo, la sensación térmica al bajar será de varios grados bajo cero. Y aquí permitidme que recuerde la QH del 2010 (uno de mis peores días encima de la bicicleta), donde el agua y el frío hicieron que la organización enviase más de 60 autocares a la vertiente francesa del Puerto de Somport, para ir recogiendo ciclistas retirados, ateridos de frío y muchos de ellos con síntomas de hipotermia.

Y por cierto, siempre queda la opción de bajarse de la bicicleta. Hay días que una retirada a tiempo, puede ser una gran victoria. Dicho esto, dar la enhorabuena a los 74 supervivientes que consiguieron acabar el pasado día 6 de marzo, la Brevet 200 de montaña en Mallorca.

 

Andreu Canals
Lic. Químicas y Master Universitario en Nutrición
Entrenador Nacional de Ciclismo

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