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¿L-Carnitina como “quemagrasas”?

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20. Carnitina

Ya hemos comentado en posts anteriores que la popularización del deporte ha provocado entre otras cosas, un alud de información, no siempre rigurosa y contrastada científicamente, respecto a temas como pueden ser; la preparación física, el entrenamiento específico, la suplementación deportiva, etc. Dentro de este último apartado, la utilización de substancias ergogénicas que pueden procurar una mejora del rendimiento deportivo, se han extendido informaciones sesgadas, con intencionalidad comercial y que pueden contribuir a confundir a los deportistas amateurs.

Uno de estos grandes mitos o “leyendas urbanas”, es la suplementación con L-Carnitina para perder peso y grasa corporal. Es más, si indagamos un poco por internet, encontraremos multitud de foros donde gente con una vida sedentaria, que no realiza ejercicio físico alguno, toma carnitina pensando en perder los excesos de su grasa abdominal. Y por supuesto, ¡nada más lejos de la realidad!

Pero veamos qué es la carnitina (cuya forma activa es la “levo-carnitina”): Se trata de un aminoácido no proteico, biosintetizado a partir de los aminoácidos esenciales lisina y metionina, que facilita el transporte de los ácidos grasos de cadena larga al interior de la membrana mitocondrial, para su posterior oxidación y obtención de energía en el interior de las células. La L-Carnitina favorecería la obtención de energía a través de la lipólisis (oxidación de ácidos grasos libres), vs. la obtención de energía a partir de la glucólisis (oxidación del glucógeno muscular y hepático). De aquí viene la creencia por parte de algunos de que podría ser un excelente suplemento quema grasas.

La principal fuente alimenticia de carnitina la encontramos en la carne roja y los productos lácteos. Otras fuentes naturales son; las nueces y pipas, legumbres, frutos secos, verduras, frutas y cereales.

La suplementación con L-Carnitina podría estimular la utilización de ácidos grasos libres y producir un ahorro de carbohidratos, siendo por tanto útil en deportes de resistencia. Ya hemos hablado en otras ocasiones en este blog, de la importancia de las vías energéticas y cómo podemos “entrenar” a nuestro organismo para favorecer unas en detrimento de otras. El ahorro de glucógeno muscular durante el ejercicio físico, resultará vital para las fases más intensas de nuestro entrenamiento o competición. Además, la L-Carnitina, podría provocar la disminución de los niveles de lactato tras ejercicio físico intenso y mejorar la recuperación tras el mismo. Sin embargo, aún existen controversias en relación a su uso, debido a la falta de consistencia en relación a las respuestas metabólicas y la cantidad de dosis recomendada (R. Gómez, 2009).

La hipótesis que se plantea es que la L-Carnitina promueve un posible efecto ergogénico durante el ejercicio, principalmente en los de larga duración, aumentando la tasa de oxidación de ácidos grasos de cadena larga; preservando el glucógeno (Clarkson, 1996, Brass y Hiat, 1998, Glace, 1998) y consecuentemente retardando la fatiga (Decombaz et al., 1990).

Los estudios más rigurosos han demostrado que la suplementación con L-Carnitina no aumenta su propio contenido en el músculo, no aumenta la oxidación de los AG y por tanto, no ahorra glucógeno muscular, ni retarda la aparición de la fatiga durante el ejercicio, ni tampoco mejora el rendimiento.

Ahora bien, en 2011 se publicó en el Journal Phisiology un artículo elaborado por Wall BT et al., con el título: “La ingestión oral crónica de L-carnitina y de hidratos de carbono aumenta el contenido de carnitina muscular y altera el metabolismo del combustible muscular durante el ejercicio en los seres humanos”, donde se encontró un aumento del 21% de L-Carnitina en los músculos de las personas que la tomaban. Eso quiere decir que esas personas quemaban más grasa y menos glucógeno muscular, tenían mejor rendimiento deportivo y menos fatiga. Vamos, lo que siempre se había buscado cuando se tomaba L-carnitina como suplemento. De hecho, el grupo que tomaba L-Carnitina (siempre acompañada de carbohidratos), utilizaba un 55% menos de glucógeno muscular que el grupo de control. Se trataba de la primera demostración de carácter científico que probaba que se podían aumentar los depósitos de carnitina en el músculo humano por suplementación, preservando los depósitos de glucógeno y por tanto, reduciendo la producción anaeróbica de ATP en el músculo, lo que se asocia a una mejora en el rendimiento deportivo.

El problema radicaba en que para obtener estos resultados, las dosis empleadas eran de 4 g/día de L-Carnitina durante 24 semanas (6 meses).

Dicho todo esto, es a vosotros, deportistas, a quien os toca escoger y decidir si vale la pena gastar un dinero importante y durante tanto tiempo, para poder observar ciertos resultados, por otra parte muy interesantes, que nos ofrece la suplementación con L-Carnitina. Más si cabe, cuando muchos de los productos comerciales que la contienen, ni son fiables en cuanto a la pureza de su contenido y/o contienen dosis que no van más allá de los 1500 mg de L-Carnitina. En caso de decidiros, casi mejor adquirir algún medicamento que contenga L-Carnitina de gran pureza, como es el caso del “Carnicor” (2 g/vial).

En definitiva y resumiendo, la L-Carnitina podría ser un buen suplemento ergogénico, siempre y cuando se empleasen las dosis adecuadas y durante el periodo descrito. El principal beneficio que obtendríamos, en deportes de resistencia, es el ahorro de glucógeno muscular al emplear los ácidos grasos libres como fuente de energía principal y por tanto, el retraso de la fatiga. Indirectamente, y según el tipo de entrenamiento que realizásemos, podríamos conseguir una cierta reducción de nuestro peso corporal. En ningún caso, la carnitina hará perder peso a una persona sedentaria que no realice ningún tipo de ejercicio físico.

 

Andreu Canals
Lic. Químicas y Master Universitario en Nutrición
Entrenador Nacional de Ciclismo

 

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